jueves, 16 de agosto de 2007

llueve, oración impersonal

Cuando llueve también estamos ahí, con nuestro carrito y las misivas.
Todo el mundo las espera, hombre si diluvia, mejor guarecerse un poquillo para después continuar.

Durante lo que queda de mes seguiré en el barrio de Sancheta. Nosotros decimos que el barrio en el que estamos repartiendo es de alguien, cuando lo que estamos haciendo es supliéndolo por alguna razón, en mi caso son las vacaciones.

Cuando llego al barrio, durante unos días la gente me pregunta por el anterior cartero, les tranquilizo, les comento que tiene vacaciones...el brillo de sus ojos es de un azul tranquilizante, seguido por un suspiro, luego cuando han pasado unos días más, empiezan a comentarte horrorizados, que las cartas no son las de su escalera, o bien, que el vecino del quinto tenía sus cartas...claro, claro pues le pido disculpas, lo siento pero es que soy nueva y durante unos días me encuentro bastante desconcertada, así que he de pedirles un poco de paciencia (óndia, tú, como la ministra y los apagones de Sant Andreu).

Intentamos hacer bien nuestro trabajo, pero la experiencia en el puesto juega o no a nuestro favor, así lo estoy viviendo. Cuando empiezo en una sección nueva, intento entenderla, me llevo a casa la ruta, el plano, el casillero y el embarriado, hasta cómo montar el carro. Para mí es necesario conocer lo mejor posible la zona en la que voy a trabajar, lo mismo hago con la mesa de trabajo, empiezo a colocar etiquetas a señalarlo para que me sea más cómodo.

Mi indeleble, el corrector (tippex), celo, tijeras y ganas, muchas ganas, son las herramientas que utilizo.
HASTAluegg, LALOLA

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