miércoles, 16 de enero de 2008

sensaciones nasales

voy a hablar de mis paranoias con las olores:



TengoMi punto de fisgona, por este motivo, me flipa tanto trabajar de cartera, porque se ha de entregar certificados a gente, que por unos momentos, interferirré en sus vidas. El tema del olor lo siento en primera persona, me explico: cuando subo a un piso y se abre la puerta, me recibe una salutación cordial y otras veces, un gruñido. Bien, cuando se abre la puerta y aparece la persona, de inmediato, un olor se apodera de mis sentidos, algunas veces son un tanto extraños de definir, otras, simplemente ofenden a la pituitaria, pero permanezco impasible contando los segundos de aire que me quedan en los pulmones, para salir huyendo y parecer eficaz. Así somos nosotros. Nuestro semblante permanece estático, sólo nos delata un retorcimiento interno, pero este no se ve...
"Gracias, y buenos días"
"DIOOOSSS, NO PUEDO MÁS
".
La puerta del ascensor es mi salvación.

Cada vivienda es un olor, y por la pinta del que se asoma a la puerta se asemeja a la misma. Estuve repartiendo por el centro de Barcelona, en concreto por Passeig de Gràcia, en el edificio del Bulevard Rosa, como tenía que entregar certificados por diferentes plantas a distintos despachos, cada uno era un mundo detrás de una puerta. Uno de los despachos era puro diseño, además tenía la sensación de entrar en el futuro. Todo era pintado en gris oscuro, plomo y sólo luz puntual encima del mostrador de entrada. Aunque fuese de día allí la noción del tiempo era otra cosa...No me acuerdo del olor, tal vez era etéreo. En cambio, había un despacho que cada vez que me abrían la puerta me daba un olor de sudor rebenido, mezclado con infinidad de papeles y a ordenador quemado con restos de café con leche, siempre me imaginé que eran unos locos de la informática, programando lenguajes increíbles y paranóicos...no sé. Había un notario, y la olor era un trozo de naftalina, lo mismo que la imagen del despacho, recuerdo el cuadro de la pared, un lindo barquito trasantlántico.

Los olores vecinales, los de barrio, son a puchero, a sopa, a pimientos al horno. En los vestíbulos de las porterías a veces el olor es una suma superpuesta de lejïa en exceso, otras veces, una olor a humedad, una olor a limpio, una olor de recién fregado...Y si mis sentidos no me engañan hoy me huele a bronca de vecino enfadado.

Me voy con mis olores particulares (las cartas también huelen).

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